Días pasados en el diario La Nación, fue publicada una nota sobre la experiencia de los alumnos de 7º grado de la Escuela Nº 8 del barrio de Belgrano.
Interesante lectura, especialmente para aquello que desarrollan actividad docente.
La Nación, Argentina, Suplemento Belgrano, 4 de Diciembre de 2003.
Un Trabajo escolar que atrajo miradas y reconocimiento
La labor se desarrolló con distintas áreas de enseñanza.
El proyecto educativo fue seleccionado por la Asociación Argentina de Usuarios de la Informática y las Comunicaciones.
Fin de año con éxitos en Belgrano
La escuela pública fue blanco de felicitaciones y reconocimiento. Esta vez fueron los alumnos del 7º grado de la escuela belgranense Nº 8 (Mendoza y Húsares) los que hicieron que la labor escolar trascendiera los límites de las aulas y diera de qué hablar.
La construcción de barriletes reales y virtuales generó que la Asociación Argentina de Usuarios de la Informática y las Comunicaciones reparara en el trabajo y lo seleccionara, pero no sin antes realizar una minuciosa tarea de selección entre miles de proyectos escolares de la ciudad y el conurbano.
Los chicos lograron ver los conocimientos curriculares de muchas asignaturas plasmados más allá de las hojas de sus carpetas. Para saber cuál es el peso indicado, cómo lograr la nivelación y ponerse hábiles con las técnicas de vuelo tuvieron que prestar atención y hacer bien los deberes de tecnología.
Matemáticas tampoco fue la ciencia excluida. Para armar las figuras requeridas fue ineludible reconciliarse con la geometría. Y antes de que estos cometas tomaran su versión definitiva y estuvieran listos para flamear en las alturas hubo muchos ensayos.
Por eso, en las paredes del gabinete de computación hay diversas figuras dibujadas sobre cartulinas con letreros que nadie asociaría con los barriletes: simetría respecto de un eje vertical o rotación de una figura geométrica.
Para poder crearlos fueron imprescindibles las clases de informática. Sin saber utilizar el software de geometría dinámica y el editor de cuentos infantiles, la actividad digital hubiera sido imposible.
Sin embargo este proyecto también atrajo disciplinas que no eran fundamentales para la construcción. Así, de la clase de lengua surgió la idea de invitar a los padres a contar anécdotas de la niñez relacionadas con este pasatiempo.
Los chicos se encargaron de la convocatoria y los relatos no tardaron en llegar. Hubo recuerdos de todo tipo y también lugar para la nostalgia. Susana Pichinini escribió: Barrilete de cinco centavos te bendigo por este consuelo. Me enseñaste a mirar siempre arriba y a llenarme los ojos de cielo .
El área artística también dejó huellas en los famosos barriletes: todos fueron decorados con imágenes representativas del país. Y como si fuera poco, hubo espacio para la investigación. Por esto, frente a estos estudiantes, los cometas se quedaron sin secretos.
Paula Cipriano