Christopher Ornelas es oriundo de San Antonio, Texas. Graduado de la Universidad de Yale, gracias a una beca del Museo de Arte de la Universidad, se encuentra en Guatemala para documentar el proceso de construcción de los Barriletes Gigantes. Colabora también con la Drachen Foundation en este proyecto.
Comenzó a escribir un blog personal, donde narra su experiencia de estos días, previos a la fiesta del Día de los Muertos. Gracias a los hilos que los barriletes tienden, Chis nos autorizó a traducir al español sus artículos y publicarlos en nuestra página. ¡Gracias de corazón!
Los invitamos a leer las dos primeras notas.
Sábado, 29 de septiembre de 2007
Hoy llegué a Antigua, luego de un largo viaje desde San Antonio. El vuelo me hizo dar vueltas por todas partes, primero a Denver, luego Los Ángeles, y por último, la ciudad de Guatemala. Este es el precio que hay que pagar por los boletos baratos para estudiantes. Pero estuvo bueno tener tiempo extra para leer sin distracciones. Terminé la primera mitad de Yo, Rigoberta Menchú, que por lo que veo está muy bien escrita, y me aportó una buena visión contemporánea de la vida maya, mejor que cualquier otro libro de historia que haya leído. Lo que me queda por entender todavía es porqué se originó tanta controversia con él, pero, ¡tal vez sea porque se trata de una mujer indígena que verdaderamente habla por su propio jadeo!
La Fundación Drachen fue lo suficientemente generosa como para solventar mi estadía las dos primeras noches en un lindo hotel en Antigua, llamado Candelaria. Incluso enviaron a una persona para que me busque en el aeropuerto. Por lo tanto, las largas horas del viaje en avión han terminado y puedo tomarme un momento para descansar en la tranquilidad de mi habitación del hotel.
El paisaje rural entre la ciudad de Guatemala y Antigua me recuerda mucho a Ecuador. Hay altas y exuberantes montañas tropicales y pequeñas casas precarias a lo largo del camino. Hay montones de casas construidas con chapa acanalada y bloques de concreto de cenizas. Por lo que vi hasta ahora de la ciudad de Guatemala, está llena de rascacielos de veinte pisos y ruidosas autopistas. Está ubicada en un valle al pie de las montañas, y a medida que me alejaba de allí, pude ver el amanecer mientras las nubes matinales lentamente se deslizaban por la ladera de la montaña bajando sobre la ciudad.
Hoy voy a descansar un rato en mi sencilla habitación colonial, que es muy cómoda y tiene un lindísimo patio afuera para descansar. En los próximos días, voy a tratar de encontrar un departamento y planificar la logística del viaje de aquí a Sumpango.
Me siento bien, acusando el impacto del jet-lag, pero muy contento por tener un refugio después de tanto viaje. No me pone tan nervioso mi proyecto. Siento íntimamente que este es el lugar indicado para mí, si bien ni lo habría imaginado hace seis meses. Resulta extraño como uno nunca puede verdaderamente predecir el futuro, incluso aunque te guste planificar las cosas tanto como a mí.
Chris
Martes, 2 de Octubre de 2007
Tengo el cerebro un tanto achicharrado en este momento, después de haber hablado por teléfono con Kirsten, mi ex-T.A., quien está aquí en Guatemala escribiendo su tesis. Esta mujer conoce todo lo que hay que saber sobre la política guatemalteca. Hablaba y hablaba, y mientras la escuchaba, tomé conciencia de lo principiante que soy. No sé si mis conocimientos sobre los antecedentes para ubicar a este festival de barriletes en su correcto contexto cultural tienen la profundidad necesaria. Siento como si sólo estuviera rascando la superficie de una historia muy profunda y sangrienta. Me dijo que Guatemala era una experiencia muy visceral. Algo así te atrapa, y no podés dejar de pensar en eso, y no podés dejar de pensar en la sangre.
Hoy fue un día largo pero muy productivo. Mi situación mejoró con Federico y Luis, gracias a la Fundación Drachen. Me ayudaron mucho y se mostraron deseosos de trabajar conmigo en este proyecto. Es muy reconfortante saber que no estoy simplemente metiéndome en esto en calidad de un completo extranjero. La ciudad no es tan pequeña como me imaginaba. Hay más de treinta mil personas aquí, lo que significa que no es netamente rural, si bien descubrí que no tiene restaurantes. Los edificios están en distintas etapas de construcción, es decir, algunos están hermosamente pintados y se ven modernos, mientras que otros exhiben paredes de bloques de concreto de cenizas, con las maderas clavadas saliendo por el techo. Todos se conocen aquí.
Desentrañar la historia del festival de barriletes no va a ser tarea fácil. Al parecer, ni Federico ni Luis conocen el origen de los barriletes. Sin embargo, me condujeron a algunas hipótesis interesantes.
Teoría 1: Los barriletes son Aztecas. Evidencia: El nombre Sumpango proviene de la transliteración de Tzompantli, el nombre azteca para las rejillas donde se hacían sacrificios con calaveras. Al parecer, en el códice Dresden se hace referencia a un tipo especial de aparato meteorológico confeccionado con la hoja de árboles de papalot y que se utiliza para determinar las configuraciones del viento. Seguramente se trate de algún tipo de barrilete, lo que explicaría el término mejicano para barrilete: papalote. Los aztecas podrían haber utilizado barriletes como parte de sus rituales religiosos. La ciudad de Sumpango existe con anterioridad a la conquista de los españoles, y es posible que la ciudad fuera una estación de lanzamiento lejana del imperio azteca, lo cual explicaría el nombre y la importancia religiosa de los barriletes.
Teoría 2: Los barriletes fueron introducidos por los sacerdotes españoles en su intento por convertir a los niños mayas. Esto es todo con lo que cuento para esta teoría, pero es totalmente probable. Los Franciscanos utilizaban todo tipo de trucos manifiestos y disimulados para convertir a los indígenas.
Al menos este es un buen punto de partida. Me voy a encontrar con ellos otra vez el martes para diseñar un plan de acción y fijar un cronograma para las entrevistas.
El hotel en el que me encuentro es realmente encantador. Encienden velas todas las noches en los corredores, le queda bien el nombre "Candelaria". Voy a lamentar irme, porque todos son muy amistosos, y porque es muy lujoso. No esperaba estar tan mimado. Pues bien, fue lindo mientras duró. Mañana partiré para encontrar un buen hotel, bien barato. Deseenme suerte.