por Chris Ornelas - Guatemala
Ayer remonté uno de los barriletes gigantes por primera vez. El Señor Bernabé Herrera me llamó por la tarde para invitarme a una prueba de su barrilete usando la cola de caña, una cola pasada de moda que se hace con cañas de azúcar. Cuando era niño, solía hacer pequeños barriletes usando este tipo de cola especial. Hoy, la mayoría de los chicos usan colas de tela o simplemente de papel para sus barriletes, y los barriletes Gigantes no son diferentes. Una cola confeccionada con caña de azúcar lleva más tiempo de armar porque cada pieza de la cola debe atarse en su lugar individualmente. Para un barrilete Gigante, lleva todavía más tiempo, porque la cola debe tener más de cincuenta pies de largo. Bernabé es una de las primeras personas que revive la tradición de la cola de caña y que la usa en uno de los barriletes gigantes.
Le pagué a un tuc tuc para que me lleve arriba, al campo de fútbol. Había nubes arremolinándose, y parecía que iba a volver a llover. Cuando llegué allí, recién comenzaban a armar el barrilete. Primero, se apoyan las cañas de bamboo una sobre la otra y se las ata sin apretar. Luego, se enrolla una cuerda alrededor de los extremos, conectando todos los bamboo y formando un heptágono. Utilizando una cuerda como guía de referencia, cada caña de bamboo se mide para asegurarse de que no haya un lado más largo que el otro. Luego se enlaza el centro bien tirante. El armazón después se levanta y se coloca sobre una lona azul para que el diseño del papel tissue no se dañe.
Con cuidado, el papel tissue se desenvuelve suavemente, con la cara hacia abajo, debajo del barrilete. Hay un círculo con cinta de enmascarar para marcar el centro, y el armazón de mueve con cuidado en el lugar. Una vez que el armazón esta exactamente derecho, se corta una pequeña solapa en cada lado. La solapa luego se pliega y se pega sobre la cuerda. Esto es lo que une a la estructura con el papel. Luego se ata una cuerda y se entrecruza entre las piezas de bamboo como una telaraña. La red le brinda sostén al papel, de modo que evita que se quiebre con la fuerza del viento.
Una vez que se adjuntó el diseño, se pegan cintas multicolores de papel tissue en los extremos. No parecerían tener otra finalidad más que llamar la atención. El cordón se tira a través de un agujero en el centro del barrilete, y se ata un nudo alrededor del bamboo. Se hacen cuatro agujeros más en las esquinas, dos arriba y dos abajo. Los agujeros de abajo se utilizan para unir la cola. Luego se gira el barrilete y el cordón se conecta al centro y la parte superior del armazón. El cordón mismo era más grande que mi cabeza.
Durante todo este tiempo, había una multitud de chiquitos amontonados alrededor del barrilete, fascinados. Ayudaron a desplegar el papel tissue y a pegar los lados hacia abajo. Una vez que el cordón estuvo sujetado, lo levantaron con cuidado (los diez) y lo llevaron a su sitio, al lado del farallón. El cordón se desenroscaba y estiraba a mitad de camino del campo. Todos los chicos se apuraban para hacerse de un lugar en la cuerda.
Juntos comenzaron a correr, y con un fuerte tirón, en lugar de levantarlo hacia arriba, el barrilete rodó sobre un lado como una moneda. Los niños volvieron corriendo al lugar del barrilete, y lo volvieron a enrollar en su sitio. "¡Se necesita un poste!", gritó alguien desde arriba. Normalmente, los barriletes se sostienen en su sitio con postes gigantes. Imitando esto, atamos el barrilete entre dos arbustos grandes. Todos los chicos volvieron corriendo a la cuerda.
Agarré mi cámara, pero antes de que siquiera la pudiese encender, el barrilete ya estaba en el aire, bien alto, a cincuenta, sesenta, cien pies de altura. Los niños gritaban y se amontonaban alrededor de Denis, tratando de agarrar el cordón. Denis tenía el cordón atado alrededor de la cintura, para poder usar su cuerpo para soportar el empuje del barrilete. Los chicos saltaban para agarrar el cordón, y el barrilete se abalanzaba hacia un lado. "¡No lo hales! ¡No lo hales!", gritaba Denis, tratando de que el barrilete no hiciese giros hacia abajo. Con sólo un pequeño tirón, el barrilete se elevó bien alto. Si se tira con fuerza, puede girar fuera de control.
Por un rato, el barrilete planeó tranquilamente en el aire y luego se deslizó para un lado. El barrilete voló, pero la cola de caña era demasiado corta. Esto hace que el barrilete se balancee dramáticamente de lado a lado. El barrilete que están haciendo este año va a ser aún más grande, y la cola se va a extender por lo menos tres metros.
Me quedé mirando deslumbrado. Después, me alejé corriendo para intentar sacar una foto del barrilete y los muchachos, pero al final, los chicos parecen hormigas en la distancia. El Señor Bernabé me gritó para que tome mi turno de sostener el barrilete. Corrí hacia ellos. Denis me alcanzó el cordón y pude sentir cómo el barrilete de pronto se bamboleaba hacia abajo. Traté de sujetarlo con ambas manos e intenté tironearlo hacia atrás. El barrilete picó hacia arriba de nuevo, un poco demasiado. El cordón parecía que se iba a escurrir de mis manos y dolía. Pensé que me iba a levantar a mi también.
Denis me dijo que sostenga el cordón alrededor de mi cintura, lo que me ayudó notablemente. Por unos minutos me quedé ahí, sosteniendo yo solo el barrilete. Fue una sensación fantástica. Había una sinergia sublime entre el barrilete y yo. ¡Era tan potente, me costaba creer que estaba sosteniendo semejante pedazo de criatura!
El barrilete volvió a picar hacia adelante y apenas pude sostener el cordón. Denis se acercó y lo agarró. Todos los chicos tuvieron su oportunidad de remontar el barrilete, o, mejor dicho, dejaron que el barrilete los haga volar. Hicieron todo lo posible para sostenerlo, pero cuando el barrilete tiraba hacia delante, los levantaba, con los pies arrastrando por el suelo, como un cachorro llevado de la correa.
Más tarde, tenía una entrevista, entonces guardé mi cámara y agradecía a Bernabé por haberme invitado. Cuando me estaba yendo del campo de fútbol, vi como el barrilete se sumergía de nariz. Como una diva suprema cayendo a la tierra, el barrilete se estrelló pesadamente en el suelo. Un millón de niños aparecieron de pronto, quién sabe de dónde, y se amontonaron alrededor del sitio del choque como una banda de Umpa-lumpas rodeando a Violet Beauregard. Tomé la última foto y caminé hacia el cementerio.