El gobierno de la ciudad de Weifang lleva adelante múltiples estrategias de promoción de las actividades con barriletes, desde un punto de vista cultural, industrial y turístico.
Esta ciudad cuenta con una antigua tradición en la construcción y diseño de barriletes, habiendo generado un estilo propio que la diferencia de los modelos de Beijín, Tianjin o Nantong. Posiblemente el modelo más emblemático sea el dragón. Pero ha sido a instancias del gobierno local, el impulso otorgado a la actividad con barriletes: promueve el mantenimiento de una industria manufacturera de barriletes en forma masiva y el intercambio comercial como proveedores a nivel nacional y mundial.
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Por otro lado, creó y mantiene un enorme Museo de Barriletes, un Centro Cultural de Arte Folklórico en Yangjiabu y el Festival Internacional de Barriletes. También es sede de la Federación Internacional de Barriletes - International Kite Federation. Como parangón, pensemos en las organizaciones locales que gestionan ciertas actividades económicas: vg. Vitivinicultura (circuitos turísticos a bodegas, Fiesta de la Vendimia, etc), es decir existen recursos, funcionarios, cámaras empresariales, aficionados, clubes, quienes, a su manera llevan adelante la gestión integral de la actividad y que nos brinda una idea de la magnitud del evento.
Pues bien, la idea es narrarles nuestra experiencia en el Festival. Y como el que avisa no es traidor, deseo advertir que ésta fue mi primera participación en un festival internacional de barriletes, por lo tanto incurriré en omisiones o ingenuidades que espero los lectores puedan corregir.
Héctor, Rosa María, Claris y yo salimos de Pekín, cargados con nuestros petates con destino al Aeropuerto de Quindao. Allí nos esperaba un ómnibus y guías locales para darnos la recepción tanto nuestra como de otros participantes, para luego trasladarnos a la ciudad de Weifang, a una distancia de una hora y media de viaje por una moderna autopista. Claris tomó la iniciativa en las relaciones públicas, saludando calurosamente a los barrileteros recién llegados y comenzaron las presentaciones y conversaciones de rigor. Ya en las proximidades de Weifang tuvimos una pequeña sorpresa: el chofer del ómnibus pasó de largo la salida de la autopista que debíamos tomar. Pues bien, freno, paró el ómnibus, dio media vuelta y regresamos los más campantes por la autopista a contramano! Nos llevó unos cuantos minutos reponernos del susto y la tensión.
Arribamos al hotel, recién estrenado y cómodo, donde luego de la registración, nos presentaron a quien sería nuestra intérprete y guía durante nuestra estadía en Weifang. Audrey sería nuestra sombra los días sucesivos, pero su amabilidad, paciencia y eficiencia en el manejo de los tiempos, las visitas, y las gestiones en el campo de vuelo, ameritan un agradecimiento enorme para ella! Saludos, presentaciones, reunión de coordinación y para finalizar el día: Banquete de Bienvenida. Sí, es cierto, la vida de barriletero es muy sacrificada… El banquete fue estupendo: un salón suntuoso, un servicio impecable, algunos discursos y unos cuantos barrileteros bien entonados y divertidos.
Al día siguiente participamos de la Reunión Plenaria de la International Kite Federation: una agenda interesante de temas: la promoción de la actividad deportiva; la protección de los diseños originales de barriletes contra las copias no autorizadas y comercializadas masivamente (larga discusión); las participación de los gobiernos locales en la promoción de la actividad, etc. Nos brindó un panorama interesante de la actualidad internacional del mundo barriletero. También nos hicimos un tiempo para visitar el Museo de Barriletes de Weifang y explorar algunos comercios cercanos. Pero eso en otra nota.
Por la tarde fuimos a una gran plaza “seca”, creo que era la Plaza del Pueblo: no luminarias, no árboles, no cables. La idea era visitar una exposición de fabricantes de barriletes que se realizaría al aire libre. Lamentablemente, el día nublado, frio y algo lluvioso conspiró contra la presencia de los expositores. No demasiadas cosas para ver. No obstante, unos cuantos barrileteros locales y extranjeros aprovechamos el emplazamiento para volar algunos artefactos. Aparecieron dragones, abejas, mantas rayas, algunos comandados y un equipo completo de revolution realizando sus prácticas. En cierto momento, comenzó a sonar música en la plaza “seca”, los visitantes locales comenzaron a moverse mientras nosotros mirábamos desconcertados intentando adivinar qué pasaba: pues bien, la plaza se transformó en un gran conjunto de fuentes de aguas que danzaban al compás musical, generando una escenografía interesante para los barriletes. Nosotros corriendo de un lado al otro para evitar mojarnos. La tarde transcurrió entre barriletes, agua y posando para los lugareños, ávidos por tomarse fotos con nosotros. Digamos con gente extranjera, tampoco éramos tan lindos y populares. Hasta ese momento.
Al finalizar la tarde nos trasladamos para la ceremonia inaugural del festival. Un estadio enorme, francamente enorme. Todo era sorpresa, pues no teníamos en claro en que consistiría el evento. Todas las delegaciones ingresamos por la parte posterior. Sabíamos que debíamos presentarnos en el escenario: algo de nervios, un poquito de desconcierto y una gran cantidad de voluntarios vestidos con ropa brillante y barriletes en mano, a la espera de ejecutar su coreografía. Salimos al escenario, enoooorme, y todas las delegaciones saludamos con algo de emoción y bastante batifondo, a la también enorme cantidad de gente en las plateas. Luego nos ubicamos entre el público para presencial el show: cantantes, bailarines, música, enormes pantallas, digamos, un gran despliegue de recursos para iniciar la fiesta. Indudablemente, quedamos boquiabiertos ante semejante exhibición. Regresamos al hotel y a preparar las cosas. El día siguiente, nos encontraría en el campo de vuelo.
Por la mañana siguiente, alrededor de diez ómnibus nos trasladaron a todos los participantes extranjeros. El campo de vuelo se encuentra algunos kilómetros al sur de la ciudad. Un gran boulevard y una explanada dan acceso a un edificio enorme donde se encuentra el palco oficial, desde allí arriba la visión impresionaba por la cantidad de gente presente y las dimensiones del lugar. Nos desplazamos para ubicarnos en el sitio que teníamos asignados, entre barriletes gigantes, gente, bandas musicales, barrileteros, todo era color, bullicio y sorpresa. Con música, salvas de estruendo y discursos se realizó el acto de apertura.
Las delegaciones de otros países presentes provenían de: Holanda, Tailandia, Japón, Australia, Nueva Zelandia, Indonesia, Taiwán, Corea, Estados Unidos, Canadá, Malasia, Finlandia, Bangladesh, Irán, Italia, Francia, Argentina, Alemania, Singapur, Afganistán. A lo que se sumaba una enorme cantidad de equipos de diversas ciudades de China.
Durante los dos días se llevaron a cabo diversos certámenes: competencia de equipos de barriletes acrobáticos, fighters, el tren de barriletes más largo, mejor inflable, mejor vuelo, ballet de acrobáticos, barriletes tradicionales. Nosotros nos habíamos anotado en dos: mejor vuelo y barriletes tradicionales. Y admito que tuvimos una agradable sorpresa en el primera certamen: en el momento de competir, las condiciones de viento eran realmente feas: muy fuerte y con ráfagas muy potentes. La mayoría de los competidores presentaron bellísimos diseños que estimo volarían muy bien. Pero lamentablemente el viento se encargó de quebrar una buena cantidad de varillas e invalidar los resultados. Ante esa perspectiva Claris, Héctor, Rosa María y yo decidimos cambiar los modelos y presentar la Avispa de Claris y un barrilete tradicional confeccionado por Samy Gilmarino de La Plata. No sin cierta dificultad intentamos el vuelo, debimos ajustar tiros, agregar colas y finalmente salieron. Volaron muy muy bien. Los jueces nos felicitaron, pero bueno, francamente no teníamos expectativas. Hasta el día siguiente que nos llamaron para avisarnos que habíamos sido premiados.
Ambos días del festival transcurrieron con una dinámica bastante veloz. volar nuestras cosas, admirar los diseños que vimos, saludar delegaciones, posar para las miles de fotografías que nos tomaron, fotografiar al mínimo detalle los modelos que nos sorprendían, intercambiar tarjetas, recibir saludos, atender las indicaciones de los jueces, en fin, agotador pero felices.
Más abajo hay una buena cantidad de imágenes donde podrán ver los variados modelos que vimos. En especial: los dragones, los trenes de barriletes (el ganador de la competencia medía 4 kilómetros!), los diseños japoneses, los diseños de Indonesia. También deseo destacar el magnífico show de fuegos artificiales que coronó el primer día de festival. No lo puedo describir por la belleza, duración y fastuosidad que tuvo.
La noche de premiación fue muy emotiva y divertida, una esplendida cena generosa en bebidas y comidas. Y el pequeño orgullo de llevar una placa a casa.
Como resumen de la experiencia:
- Los barrileteros son todos divertidos, trabajadores, generosos y muy amables.
- La organización del festival impecable, se nota a todo momento la disponibilidad de recursos de todo tipo.
- El festival es para que participe la gente de Weifang, no hay prácticamente restricciones para trasladarse en el campo de vuelo, por lo tanto, todo el público podía volar e interactuar con los barrileteros.
- Es una oportunidad ideal para la interacción y el aprendizaje.
- Y creo que nos plantea un desafío interesante: esforzarnos por lograr un conjunto de diseño que nos identifique, de forma análoga a lo que sucede cuando vemos un Edo, una Golondrina, un Wau-bulan o una Manta Raya: sabemos que cultura o quién es su creador.
Gustavo
Clip de Reuters con entrevista a Claris: