La localidad de Yangjiabu se encuentra unos 15 km al norte de la ciudad de Weifang. Es conocida por la producción de dos elementos de la vasta tradición cultural china: los grabados de año nuevo y los barriletes.
Los grabados de Año Nuevo: una costumbre centenaria es decorar las puertas y ventanas de las casas con láminas impresas muy coloridas. Los motivos suelen representar escenas asociadas a la prosperidad: niños gorditos, el Buda de la Longevidad, paisajes floridos y poblados de pájaros, personajes de mitos o de la ópera. Hay miles de diseños pero el mensaje siempre es el mismo: buena fortuna y celebración.
Estos grabados están realizados con la técnica de la xilografía, una técnica de impresión con plancha de madera. La imagen deseada se talla a mano con un cincel o buril en la madera. Se utiliza habitualmente una sola matriz (llamada también taco) para cada color. Luego se impregna con tinta y presionándola contra un soporte (como el papel) se obtiene la impresión del relieve. Es necesario realizar tantos tacos e impresiones sucesivas como colores se utilicen en el diseño final. Si bien antiguamente se utilizaba la xilografía para la reproducción de textos e imágenes, hoy día se la emplea para creaciones artísticas. No obstante, en China la producción de estas láminas es enorme y son elaboradas en numerosas regiones del país, aunque cada una aporta sus peculiaridades, y pueden distinguirse cuatro tipos de pinturas bien diferenciadas: las de Taohuawu, en la provincia de Jiangsu (este); las de Yangjiabu, en Shandong (este); las de Zhuxianzhen, en Henan (centro), y las Yangliuqing, en Tianjin (norte). A este tipo de láminas se las llama Nianhua.
Los Barriletes: recordemos que el año nuevo chino es cercano al inicio de la primavera en el hemisferio boreal. Así pues también los barriletes están asociados a ambas celebraciones. Los barriletes de Yangjiabu son realizados en bambú y seda, exquisitamente pintados, y reproducen figuras de insectos, aves y peces. También hay quienes imprimen las xilografías en tela y luego son utilizadas para velas de barriletes.
Ingresamos a Yangjiabu por un pórtico tradicional a través de una avenida poblada de fábricas de barriletes a ambos lados. Estas fábricas son en su mayoría emprendimientos familiares, pero con un gran número de unidades producidas, para abastecer tanto al mercado local como el internacional. Emplean de 10 a 50 personas cada una, en su mayoría mujeres, quienes desarrollan extensas jornadas de trabajo -12 hs- seis días a la semana. Considerando la mano de obra que tiene cada barrilete y el precio de venta, podemos presuponer que el salario abonado es bastante bajo y las condiciones de trabajo, precarias.
El proceso de trabajo es similar a una línea de montaje: un grupo toma el bambú, lo corta y lo moldea. Otro grupo arma la estructura del barrilete, realiza las uniones y ataduras y lo deja listo para adherirle la vela. Simultáneamente, otro grupo pinta la seda que conformará la vela, para finalmente, otro grupo, realizar el armado del barrilete y ultimar los detalles. En las imágenes de más abajo, se puede observar cada una de las etapas del proceso (gracias Claris nuevamente!).
Al final de la avenida, se encuentra el Centro Cultural y Folklórico de Yangjiabu: un complejo construido recreando la arquitectura tradicional china, donde funciona un pequeño museo, una fábrica artesanal de barriletes, y se realizan diversas demostraciones de impresión de grabados y otras artesanías. También alberga escuelas de danzas tradicionales, entre ellas la del dragón, típica celebración de año nuevo. Posee diversos patios, finamente diseñados, estanques e incluso un pequeño campo de vuelo, donde se pueden probar los barriletes recién adquiridos.
Posiblemente los barriletes fabricados en este centro cultural, fueron los de mejor calidad que encontramos a los largo de todas las fábricas/negocios de la zona. Por supuesto, no nos privamos de comprar algunas cositas para incrementar nuestro patrimonio cultural y fomentar el intercambio entre naciones. Demasiadas tentaciones juntas. Pero debo admitir que es un paseo para recomendar.
La visita esta localidad profundizó aún más esa extraña sensación ambivalente que tuve en toda China: por un lado observar gente trabajando en condiciones precarias o en actividades innecesarias. Pero trabajo al fin. Por otro lado, nosotros turistas ávidos por conseguir cosas de calidad a precios baratos. No sé, no tan distinto a lo que tenemos por estas latitudes.
Gustavo