Dura es la vida del barriletero. Intentar hacer KAP en Caminito requiere de paciencia, cierta audacia y algo de tolerancia a la adrenalina. La mañana arrancó fría y bastante gris. El viento casi ausente, esbozaba su presencia en banderas raídas y somnolientas. Batoqueros ansiosos comenzaron a poblar la ribera del Riachuelo preguntándose en vano por la dirección del viento. Arriesgaron con los primeros delta box, quienes levemente indicaron que del oeste una brisa provenía. Esfuerzo, mates, sonrisas, frustración disimulada, más esfuerzos permitieron colocar un par de barriletes volando, pero sin fuerza suficiente para elevar el equipo de kap.
Betty, Roberto, Mme. Batterfly, Demian, Alejandra, Melisa y Lucas son amigos que el viento nos trajo. Afortunadamente. Y seis nuevos amiguitos atraídos por los barriletes nos brindaron frescura y diversión.
Gracias a ellos y a las imploraciones a otros amigos que habitan la tierra y el cielo, obtuvimos el beneficio tan ansiado: Demian y Roberto pudieron fotografiar parte de la Vuelta de Rocha. Sí, sí, apenas unos minutos, pero suficientes. Observen el reflejo en el agua, casi sin ondas…
Finalizado el ascenso, nos dedicamos a ser niños nuevamente, al menos por un instante, y jugamos a la par con nuestros nuevos amigos. Luego, un café nos reconfortó del frío, entre conventillos, tangos y visitantes extranjeros.
Un día singular: tomamos fotos desde el aire, volvimos un ratito a la niñez e hicimos de turistas en Buenos Aires.
Gustavo