Balcarce, 19 y 20 de septiembre de 2009
Y allá fuimos, previo paso por Atalaya, donde Lucas nos obsequió con una docena de medialunas calentitas. Llegamos a conocer a la gente linda que nos convoco: siempre son geniales, me parece que el viento nos amontona.
El lugar del almuerzo fue para Robert lo máximo: Batoqueros y Fangio... mejor imposible, había fotos en las paredes, en las mesas hasta en los manteles... coches de carrera tras un vidrio, estaba fascinado.
Llegamos al lugar del taller. Un gimnasio enorme, un frió de locos y lluvia. De a poco fueron llegando los chicos ,algunos con caritas de susto, otros más sonrientes, mucha familia, mamás y papás, mucho mate, conversación y preguntas ,mientras armábamos los barriletes en exposición ¿eso vuela?¿mañana lo vamos a ver? .
Entonces Robert, micrófono en mano sentencio ¡encimen las varillas en las marcas y coloquen...!. Empezaron a aparecer los esqueletos y después el plástico de colores; llegaron los Batocos Mar del Plata: Cardelli y familia, Holgado y Señora (Gracias muchachos nos dieron una mano estupenda), Marcela unos mates calentitos y la esposa de Oscar un café con leche que estaba riquísimo.
Una mamá que también construía su barrilete comenzó a decorarlo con los trozos de polietileno que se habían cortado y allí empezó la creación, las figuras, los dibujos, los nombres escritos con cinta de enmascarar hasta uno que decía BaToCo.
Luego los tiros y el arco, todos trabajando a full y al irse terminando el taller ya algunos barris volaban indoor ,con los chicos corriendo.
De pronto una música suave y surgieron cinco revos indoor de la nada volando juntos. No les puedo explicar la cara de asombro de la gente, el mismo Jorge Poggioli -Subsecretario de Turismo e ideólogo de esta movida- sus chicas Cecilia, Noelia y Delia estaban fascinadas. Robert me dedico su “Tanguera” y Mabel nos voló sus “Alas al Viento”: ¡éxito total! Me olvidaba, los revo volaron en las manos expertas de Pablo, Lucas, Demian, Mabel y Robert.
La mañana del domingo Jorge nos invito al Museo Juan Manuel Fangio, un lujo, y Robert se contó todo lo que sabe de automovilismo y contento que los muchachos lo escucharan con atención.
Nos fuimos al campo de vuelo, una pista de atletismo con un cerro enfrente que parecía espiarnos ,a nuestras espaldas un parque jurasico y Pablo le voló el revo sobre la cabeza al dinosaurio.
Una verdadera fiesta de familia, muchos premios, trofeos medallas y cinco bicicletas entregados por Jorge y los “jurados” batoqueros. El orgullo para nosotros: el primer premio para menores fue un barri confeccionado el día anterior en el taller.
Muchos barriletes quedaron en los árboles hasta un Pilot nuestro que por suerte fue rescatado el lunes y Jorge nos llamo el martes para avisarnos que ya tenía “el trapo azul con piolines” a buen recaudo.
La tarea en el campo de vuelo fue agotadora, los batocos se multiplicaban ayudando a todos los que tenían un piolín en la mano. Si todo esto que acabo de contarles no es magia... ¿la magia donde está?
Los muchachos/as retornaron a Buenos Aires el domingo luego de la barrileteada y nosotros el lunes pasamos por Tandil. Junto al lago unos chicos se ofrecieron a sacarnos una foto a los dos juntos, me acerque a agradecerles y les obsequiamos los últimos dos barriletes promocionales que nos quedaban y allí quedaron fascinados los, nos dijeron que eran de Juárez y ya querían que le fuéramos a hacer un taller.
Esto es lo que me pasa desde que pertenezco a “esta tribu” como me gusta llamarla por eso solo me resta decirles: ¡BATOCO SALUD!
Balcarce gracias por prestarnos a sus chicos... y grandes.
Betty Cassanello