Barrio El Tropezón...
A El Tropezón no cualquiera va en la vida… pero allá fuimos todos, de un modo u otro. Todo BaToCo estuvo presente y junto conmigo en un día maravilloso. Llevé los libros que les envió Rubén Sosa, y prendimos una estrellita más “Choique” iniciando una pequeña biblioteca para acompañar a la Cruz del Sur…
La experiencia fue increíble. Los chicos interesados, activos, entusiastas. Trabajaron mucho, rápidamente, con prolijidad, en orden y con una corrección notable. Los que construían, se afanaban, los que no, atendían concentrados y tomaban nota de todo.
Me sorprendió el clima general: serenidad, participación, entusiasmo. Mucha vocación, trabajo y profesionalismo en los docentes, una dedicación y un compromiso totales.
El Tropezón: un rincón en la conflictiva provincia de Buenos Aires donde los chicos conservan aún sus miradas y sonrisas inocentes, confiadas. La escuela, casi rural, perdida en el medio del campo, asegura para ellos el vínculo vital con la naturaleza, la alegría, la esperanza. Me alegró que se conserve, en los pagos de Guillermo E. Hudson que tanto amó todo eso.
Participaron todos, padres, docentes, directivos, Mario, un vecino que con su camioneta hábilmente reconstruida nos ayudó a trasladar los libros, y hasta el linyera local que se dio una vuelta por el campito de vuelo, en cuyos ojos negros, vueltos al cielo creí adivinar conocidos reflejos batoqueros…
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