Este fin de semana BaToCo de vacaciones realizó un Taller de Barriletes invitados por la familia Lipari en un complejo de Cabañas en Villa General Belgrano en la provincia de Córdoba, el lugar en el mundo de nuestros amigos quienes, en constante apertura con la comunidad, han querido que los niños del lugar tuvieran una cuota más de alegría en sus vacaciones al poder construir su propio juguete.
Fue una experiencia que nos devolvió calidez por cómo las personas se acercaron al evento que tenía como posibles participantes algo más de 25 constructores y que terminó con unos 22 Eddys de polietileno con varillas de madera y realizados con esmero por los niños y sus padres. El instructor, mi marido Lucas, de quien aprendo todos los días algo más, consagró su tarea a que todos realizaran su trabajo con alegría. Como siempre es un placer ayudar a que la gente aprenda a hacer un barrilete que vuela.
De más está decir que Córdoba no es un lugar donde se pueda volar en todo lugar y en todo momento un barrilete, por más sencillo que este sea, porque hay muchos árboles y porque el viento no es el suficiente pero me contaron que hoy finalmente los pudieron volar con éxito. La experiencia nos deja como recompensa pensar en todos los momentos que tuvo este taller. El momento de los preparativos para llegar a realizarlo, el momento de trabajo que fue el día que se realizó el taller y que coincidió con un día de lluvia por casualidad y no había muchas cosas para hacer; el momento en el que todos se llevaron su barrilete, su juguete a su casa, donde tal vez alguien quiso pintarlo o dibujarlo o quizás ponerle su nombre y el momento no menos importante que se concretó en el paseo a un lugar sin árboles, en un día donde el viento fue el apropiado para volarlo y verlo en el cielo alejarse de las manos.
Imagino otro momento de padres sacando fotos a sus hijos con el barrilete que hicieron juntos, los niños bajando y enrollando el hilo para guardarlo. Imagino que alguien habrá pensado y cómo lo llevamos de las vacaciones a casa? Y lo que más contenta me pone es imaginar que el hecho concreto de construirlo le quedará a cada uno por siempre para que alguna vez, tal vez, puedan reproducir la experiencia.
Qué grande el Barrilete!
Alejandra Val