Con infinita alegría este fin de semana vivimos la desorganizada del año, un encuentro en el que los batocos ponen toda la carne al asador asado, vacío, chorizos, batatas, papas, cebollas, bananas y todas sus extremidades porque en el olvido del protector solar muchos quedaron como morcillas a la plancha. Fuera de eso el viento, un gran protagonista de esta jornada, estuvo allí presente frente al mar para que podamos ser vistos desde playas lejanas tan lejanas como los carritos tirados por barriletes te lleven.
Un fin de semana que es muy difícil plasmar en palabras porque la alegría de ser, de pertenecer, de tener y de ser parte de un grupo humano de personas que tienen algo en común es bastante difícil hoy en día donde las infinitas individualidades nos separan.