De la crónica de BaToCo
BaToCo se reunió, como todos los domingos en el río, en un domingo que pretendía recuperar a muchos de los que regresaban de sus vacaciones. En todos los casos el sol presente y la escasa briza de la mañana nos aglutinaron a charlar y a ponernos al día de las experiencias vividas durante el verano. Todavía hay algunos remolones que no han venido pero pronto lo harán. En ese clima de te cuento y me contas y con poco viento tratamos de hacer lo que siempre hacemos volar barriletes.
La nota de color la puso un bello barrilete que estrenó Lucas un prestigioso barriletero que ostenta muchos años dentro del grupo. El estreno estuvo apoyado por la compañía de sus amigos barrileteros quienes le hicieron la pata para que con ganas pudiera intentar sacar de la bolsa que traía su ultimo logro en un día en que el viento no estaba demasiado presente. Finalmente salió de la bolsa un diablito azul que viste una camiseta de la selección argentina de fútbol con el emblemático símbolo de la AFA que acuñó con el número diez por el eterno y prestigioso Maradona. Los botines además, recuerdan esa costumbre de ídolo del fútbol nacional que no se ataba los cordones por lo que no les hizo moño, ni nudo. Tamaña destreza de varios metros de largo por varios metros de ancho le ha llevado algo así como seis meses en los que tuvo que adivinar el plano y enfrentar su confección en entrelazadas horas que compartía con su vida profesional y familiar al tiempo que le recriminaban el lugar que ocupaba en el comedor los terribles metros de tela.
El diablito es gordito y se comió 70 metros de ripstop y un carretel grande de hilo. Quejas aparte, esta cronista está orgullosa de la creación por copia, de este barrilete auténticamente nacional que fuera prestado por Matías y que muestra la tenacidad, creatividad y especialidad del hombre junto a su deseo de crear, volar y disfrutar de esta actividad. Actividad que el grupo promueve y fortalece año tras año a través del espacio lúdico, creativo y deportivo porque, sin dudas será un deporte intentar volar este pequeño diablo. Será toda una tarea que además de necesitar viento generará que, como hoy en la mañana, varios se pusieran a compartir la tarea de volar el chiche nuevo del grupo. Año tras año BaToCo logra que sus integrantes compartan y se inspiren unos a otros a través de la acción porque sin dudas, sin la adquisición del diablo por parte de Matías, Lucas no habría hecho el diablito “made in” argentina.
BaToCo se sigue construyendo y se reconstruye de la mano del trabajo compartido, de la palabra compartida, de la reunión compartida que hoy tenía ese tono de te cuento mis vacaciones, me contas las tuyas; te muestro la foto de mi nieta, me mostras tus suspiros; te cuento del dolor y me contas como lo olvido; me ayudas a volar el diablito y me cuidas el diablito en tu casa; me caso este año, te felicito, serás mi testigo; haremos la reunión y seguiremos adelante; tomamos un mate y me contas tu vida; todo esto en otro domingo que termina, uno más para recordar el afecto, el sentido de pertenencia y la alegría de estar vivos.
Alejandra Val